En nuestro recorrido en camper por el norte de España, uno de los destinos que más nos sorprendió fue Laguardia, un pueblo que parece salido de un cuento medieval. Aparcamos nuestra camper a las afueras, donde hay una zona tranquila habilitada para pernoctar, y desde ahí comenzamos nuestro paseo a pie por esta villa amurallada cargada de historia.
Lo primero que llama la atención es que Laguardia está completamente rodeada por murallas del siglo XIII, perfectamente conservadas. Entrar por una de sus puertas —como la Puerta de Páganos o la de San Juan— es como cruzar un umbral al pasado. Las calles son estrechas, empedradas y llenas de encanto. No se permite el tráfico de vehículos dentro del casco histórico, lo que lo convierte en un lugar perfecto para recorrer caminando sin prisas.
A cada paso nos sorprendían rincones fotogénicos y detalles arquitectónicos únicos. Uno de los monumentos más imponentes es la Iglesia de Santa María de los Reyes, ubicada en uno de los extremos del casco antiguo. Su portada gótica, que aún conserva los colores originales del siglo XIV, es una verdadera joya que solo se puede apreciar en una visita guiada. Vale completamente la pena entrar y dejarse impresionar por la historia que alberga.
Siguiendo nuestro paseo, nos encontramos con la Iglesia de San Juan Bautista, que forma parte del antiguo convento de los Capuchinos. Su torre, visible desde muchos puntos del pueblo, servía también como torre defensiva. Muy cerca de allí se encuentra el Antiguo Reloj de Carillón, situado en la plaza mayor, donde cada día a las 12:00 y a las 20:00 salen tres autómatas vestidos con trajes tradicionales a bailar la danza típica del pueblo. Fue uno de esos momentos inesperados y entrañables del viaje.
No podemos dejar de mencionar la Casa del Fabulista Samaniego, el célebre autor de fábulas nacido en Laguardia. Su casa natal hoy alberga una bodega subterránea tradicional que también puede visitarse. De hecho, todo el subsuelo del pueblo está horadado por túneles y bodegas, lo cual le da un aire misterioso y fascinante al paseo.
Otro punto imprescindible es el Paseo del Collado, una alameda que recorre el borde de la muralla con vistas espectaculares a los viñedos de la Rioja Alavesa y a la Sierra de Cantabria. Es el lugar perfecto para sentarse un rato, respirar profundo y dejarse envolver por la calma que transmite el entorno.
Nuestro paseo por Laguardia fue tranquilo, pausado, lleno de descubrimientos. Nos perdimos entre callejones, escuchamos el repicar de campanas, sentimos el frescor de las paredes de piedra y nos maravillamos con cada detalle histórico que nos rodeaba. Es un lugar que invita a la contemplación y al disfrute lento, perfecto para quienes amamos los viajes en camper que nos permiten conectar de verdad con los sitios que visitamos.
Mascotas
Si..
Parking
Parking público gratuito.
.
Agua
No.
Vaciado
No.
Internet
Buena cobertura internet.
Aseos
No.
Electricidad
No.
Duchas
No.
Lavandería
No.