Descubriendo Playa de Cueva: mi rincón favorito en Asturias

Viajar siempre me sorprende, pero Asturias tiene un poder especial: cada curva de la carretera parece esconder un secreto. Uno de esos tesoros es la Playa de Cueva, un lugar que conocí casi por casualidad y que terminó convirtiéndose en una de mis paradas imperdibles.

Primera impresión: amor a primera vista

Cuando llegué a la Playa de Cueva lo primero que sentí fue esa mezcla de tranquilidad y emoción. Frente a mí, un mar que nunca descansa, rodeado de acantilados verdes que parecen gigantes cuidando la orilla. Sí, suena poético, pero es que aquí es imposible no ponerse un poco romántico.

Lo que más disfruto en Playa de Cueva

Lo que me encanta de esta playa es que no es masiva ni ruidosa. Es el típico sitio donde puedes caminar descalzo, sentir las piedritas bajo los pies y escuchar solo el sonido de las olas. También es un lugar perfecto si disfrutas de sacar fotos: la combinación de mar, rocas y el pequeño puente que cruza la ría le dan un aire muy especial.

Detalles prácticos

Para que disfrutes como yo, te cuento lo útil: tienes parking cerca, y aunque el acceso tiene cierta pendiente, no es complicado. Eso sí, la marea cambia bastante la forma de la playa, así que conviene mirar los horarios para no llevarse sorpresas. Lleva calzado cómodo y, por supuesto, ropa para disfrutar del agua… aunque aviso: está fresquita, como buen mar Cantábrico.

Por qué volveré una y otra vez

En la Playa de Cueva descubrí que los lugares pequeños a veces guardan la magia más grande. Aquí no necesitas grandes planes; basta con sentarte, respirar profundo y dejar que el paisaje haga el resto. Sin duda, volveré.